viernes, 20 de junio de 2014

El nacimiento de los sin voz


La cuestión social surge  en el exterior, en otras cosas  por  la iglesia católica, en su encíclica “Rerum novarum”, en ella el Papa León XIII dejó ver muchas carencias de la clase baja. La mayor demostración de ésta, fueron los conventillos, el duro trabajo que realizaban incluso, niños y personas ancianas, en las que eran muchas horas por un sueldo  pagando en fichas, debían comprar en las “pulperías” que, siendo los mismos dueños (sus patrones) los que vendían a muy alto precio la mercadería; haciendo más precaria aún los niveles socio-económicos  de la clase obrera.
En lo laboral, los obreros trabajaban más de 18 horas al día, sin descanso alguno, y en las empresas privadas a través de la “industrialización” la mayoría de los obreros morían por accidentes en las maquinas. No tenían derechos, ni nadie que les explicara los riesgos que corrían, y si alzaban la voz eran despedidos; y como la necesidad de trabajo era alta, no demoraban en encontrar su reemplazo.
Otro de los hechos que permite este movimiento es la escasa ayuda del gobierno en las políticas públicas en cuanto a lo laboral, ya que la mayoría de los políticos de la época eran los dueños de minas, pulperías y centros portuarios, existiendo así una fuerte corriente liberal, causado por las injusticias laborales.
Los obreros trabajaban hasta 14 horas diarias, con escasa protección y ayuda social, esto se daba no solo en las salitreras sino en los puertos e industrias.[i] En una familia de clase baja, era común ver a la mujer, ancianos y niños trabajando para los privados, quienes pagaban en fichas  que únicamente servían en las pulperías locales, siendo  una de sus mayores características los altos precios de sus  productos y donde los patrones eran también sus dueños.
 Los obreros se organizaron para obtener mejoras laborales relacionadas con el buen trato y mejoras en el sueldo,  esto lo quisieron lograr mediante huelgas que ocasionaran dificultades en el trabajo, sin embargo el gobierno hizo caso omiso a estas demandas pidiendo que interviniera el ejército por ser los trabajadores subversivos y revolucionarios.
A pesar de sus diferencias, cada una de estas tres corrientes coincidió en la urgente necesidad de otorgar pronta solución a los problemas derivados de la cuestión social, que hacia el año 1920 se convirtió en una preocupante cuestión política, traspasando las fronteras de la opinión pública e insertándose de lleno en los planes del Gobierno y del Congreso Nacional[ii]

No solo los abusos de los dueños de las empresas eran tema de cada día, sino que la centralización de los que vivían en el campo en busca de un mejor pasar llevo a cabo atochamiento en los cuales, la capital claramente estaba sobrepoblada. Este modelo es calcado a lo que ocasionó en Europa la industrialización.

Al pensar que en Santiago estaba “la América” como alguna vez se pensó de la américa indígena, la gente convivía diariamente con condiciones insalubres y con constante infecciones y enfermedades, además de las causadas por las relaciones sexuales, violaciones y el trabajo temprano de los niños también les ocasionó problemas en el desarrollo físico y psicológico, además de la desnutrición esto sumado a la pediculosis, tuvo como consecuencia un chile subdesarrollado e inferioridad notable.
Los dueños de empresas vieron esta situación y abusaron notablemente de esto, haciendo trabajar a los obreros  más de lo normal, no respetando si son niños o ancianos, si están enfermos o son discapacitados. Las situación era está el que no trabaja no come así de simple. El gobierno no generó políticas públicas de apoyo, quizás porque también ellos tienen alguna empresa privada que utiliza esta política.
Tras de cada obrero trabajando habían miles tras de su puesto esperando una oportunidad laboral, porque normalmente en un grupo familiar que se movía a las industrias generalmente el padre buscaba empleo, los niños (hombres) los acompañaban compartiendo la misma suerte en el ámbito laboral y sus mujeres eran o dueñas de casa, o, salían a lavar ropa o cuidado de niños adinerados. Las niñas se quedaban en los conventillos lavando ropa, y el “aseo” del cuarto donde vivían. Generalmente eran violadas o quedaban embarazadas muy tempranamente, lo que aumentaba aún más la presión del grupo familiar, por supuesto, la esperanza de vida rodeaba los 20-40 años como máximo. Los dientes se caían muy tempranamente y la salud como dijimos era paupérrima.

En la empresa el obrero trabajaba 14 horas o más donde no tenía asegurado su salud, se le pagaba con fichas que se gastaban en las pulperías. Esta situación que nadie quería tocar, que era invisible para el estado, la clase alta y el clero (parte de él) lo llamaron “cuestión social”. Nadie quería reconocer la crisis económica, social y política y las repercusiones ya se comenzarían a escuchar; la clase explotada tímidamente se está organizando y gestando un proceso interno, proceso social  lleno de cambios que al momento de iniciarlo jamás pensaron llegar a tales dimensiones.
Una de las grandes consecuencias de las manifestaciones obreras para mejorar las condiciones laborales fueron la creación de las reformas laborales actuales resguardados en el código del trabajo como por ejemplo las condiciones y creación del contrato de trabajo implantado en el art. 158-159 del código del trabajo, en las manifestaciones se inspiró el partido comunista.

No solo por las notables explotación se gestó este movimiento llamado a enfrentar la cuestión social, sino que por corrientes europeas traídas desde intelectuales, sino que por la iglesia católica. Criticada por un sector de ella (más conservadora) pero ya manifestada por León XIII en su encíclica rerum novarum quien tras un profundo estudio logró remover las conciencias de las clases más conservadoras y poderosas de Chile y el mundo







Bibliografìa:

[1] Varios autores. (Año no identificado). Chile en el siglo XX. Editorial: Planeta.
[2] Archivos biblioteca nacional. (fecha no definida). La cuestión social en Chile (1880 – 1920). Recuperado de http://www.memoriachilena.cl/602/w3-article-93136.html

Por: Catalina Ossandón.


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